Las adopciones internacionales están convirtiéndose en la única vía para encontrar hogares permanentes a los perros de los refugios. Se trata de adopciones mucho más complicadas, con mucho más trabajo y con unos costes muy altos; transportes, aduanas, cuarentenas, informes veterinarios, analíticas por duplicado, traducciones, personas con licencia para adoptar en los países de destino, transportines homologados…
Y os preguntareis… si es tan complicado y costoso, ¿por qué buscar adoptantes fuera de España? La respuesta, más que sencilla, es triste: en España nacen demasiados perros para la gente que quiere adoptar.
La situación en Totana es crítica. Constantemente nacen camadas de 9 ó 10 cachorros a los que hay que buscarle dueño. Con la prisa de encontrarles una casa, se regalan a cualquiera que le haga gracia el cachorrito. Posteriormente, el cachorro se hace adulto, se convierte en una obligación y en muchas ocasiones es abandonado a su suerte. Si es perra y no acaba en la perrera, lo más probable es que en 6 meses quede preñada y se agrande el problema de perros en la calle. La consecuencia es más que desalentadora:
el Refugio sobre-saturado y cientos de perros sacrificados en las perreras.
Así es como llegamos a la solución menos mala: las adopciones internacionales. Pero, ¿cómo es de complicado enviar perros al extranjero?
Aunque os pueda sorprender, los animales tienen muchas más restricciones a viajar que las personas. Incluso dentro de la Comunidad Europea hay muchísimas trabas administrativas y veterinarias.
Por un lado, hay países como Inglaterra o Noruega que obligan a que haya una persona registrada oficialmente como importadora. Que se haga cargo de la gestión administrativa y se responsabilice de que los perros lleguen en las condiciones que dice la ley.
Además es necesario conocer el idioma, las costumbres y la forma de relacionarse en estos países para que podamos generar la confianza suficiente y se decidan a pagar todos los gastos que les llevará adoptar un perro de nuestro Refugio.
Por otro lado tenemos la parte que toca directamente al trabajo en el Refugio.
¿Qué diferencia en el día a día una adopción nacional de una internacional? Básicamente en la preparación del perro, que en algunos casos puede llevar meses, y que consiste en:
1- Programas de vacunaciones diferentes a los de España: esto obliga a llevar al perro con un doble programa, con muchos más análisis y pruebas. Lo que genera más gastos de veterinario y analíticas y mucho más trabajo.
2- Control y seguimiento de enfermedades que se curan, que en España se las considera normales, pero que en otros países se las clasifica de alto riesgo para la especie, lo que obliga a hacer más análisis y cuarentenas. Esto hace que desde que se reserva un perro hasta que se adopta puedan pasar meses, generando mucho más trabajo y más gastos.
3- Transporte en avión. El coste del billete del perro ya sabemos que está, pero quizás nadie piense que hay que contar con el vuelo de la persona acompañante y un trasportín homologado, más el transporte del perro al aeropuerto y sin olvidarnos de una persona en destino que lo recoja.
Todos estos gastos, dependiendo del tamaño del perro y de la evolución de las pruebas, suponen cantidades que aquí nos pueden parecer desorbitadas, y que habitualmente sufraga el adoptante extranjero, quedando únicamente para el refugio la cuota-donativo habitual.
Y… ¿vale la pena tanto esfuerzo para llevar a buen fin una adopción internacional? Definitivamente si!
Tras una adopción internacional, nos queda el recuerdo de mucho trabajo, tramites burocráticos y veterinarios. Sin embargo pesa más la satisfacción de haber proporcionado una nueva vida para ellos. Sabemos que las personas que han decidido esperar durante meses y gastar tanto dinero por adoptar uno de nuestros perros, es porque lo van a cuidar estupendamente, porque realmente lo quieren.